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La verdad, es que la cosa no pinta nada bien. Se necesita un cambio de rumbo radical.
Restan tan sólo ocho jornadas, que pueden ser muchas pero que realmente son muy pocas, y nos hacen falta al menos seis puntos. Dos victorias sobre ocho partidos, parece factible ¿no?. De todas formas habría que plantearse seriamente conseguir al menos, uno o dos puntos más para respirar de verdad con tranquilidad absoluta. Con 47 o 48 puntos la salvación está en la mano, con 46 justitos a lo mejor te hacen sufrir hasta el final, por eso de ocho habrá que conseguir dos… y medio.
¿Y el calendario? ¿Cómo viene? Repartidos la mitad en casa y la mitad fuera, lo más inmediato, realmente da miedo. Apunten Cartagena y Mérida fuera, y recibir al Águilas y al Alcalá en el Sánchez Menor. Los tres primeros de la parte alta (Mama Mía), y el Alcalá de los denominados “rival directo” para el mismo objetivo que los azules, igual que el Melilla que con su triunfo aquí hoy, ha dado un paso de gigante. La última parte del calendario es más asequible, si es que podemos utilizar esta palabra, porque yo ya dudo hasta de eso. Hay que jugar con los dos colistas, ambos casi con los dos pies en tercera, Algeciras y Talavera, pero con los dos fuera de casa, y uno de ellos derby regional, con lo que eso conlleva. No creo que el partido de Talavera sea coser y cantar, por muy abajo que estén los de la ciudad de la cerámica en la tabla clasificatoria. Los dos últimos en casa serán ante Jaén y Lucena. ¡Miedo me da llegar a esas alturas jugándonos algo, porque para mi que estos dos si que se lo van a jugar!. Prepárense para sufrir, si esto no mejora.
El caso es que las cosas en el seno de
Porque esa es otra, las adversidades. Cada semana hay alguna excusa. Cuando no es el árbitro son las lesiones, sino las expulsiones, sino que nos faltan jugadores, sino que los nuevos no se han adaptado, sino que el equipo contrario llega tres veces y te hace tres goles. Todo esto es verdad, pero ya son …¡¡¡Excusas!!!, de las que valen para replantear un partido, dos, incluso tres, pero ¿siete? Habrá que pensar entonces en los nuestros, ¿Por qué no son ellos los que llegan una vez y la meten dentro? ¿Por qué en cuanto tenemos un revés, ya no nos recuperamos?
Habrá que ver si Hierro es capaz de reconducir una nave que ha torcido el rumbo, y por lo que vemos domingo tras domingo no van en camino de enderezarlo. Hoy he visto algo que hacia tiempo no veía, la gente abandonando el estadio antes de la conclusión del partido. Cuando el colegiado pitaba el final, no quedaba en el Sánchez Menor ni la mitad de los que empezaron dos horas antes. Increíble, para una afición tan fiel, pero a la vez algo cansada, tras los últimos acontecimientos.
Hoy me comentaba un compañero en la cabina de prensa, que aunque algunas veces meto caña en mis columnas (las que menos, y ahí están para comprobarlo), al final siempre acabo con algo que da pie al lado positivo, a ver siempre la botella medio llena. Hoy no va a ser menos. Sólo hace falta una victoria para que el equipo se reenganche a la vida, porque ahora está en coma. Estoy seguro de que esa victoria llegará, y puede llegar donde menos se espere. Que mejor escenario que el estadio de Cartagonova dentro de siete días, para que la mala racha se quede en siete.
Una jornada más sin ganar sumarían ya ocho (no quiero ni pensarlo)… y ya sólo quedarían siete para el final. Un final que promete ser no apto para cardiacos. ¡¡¡Quien lo diria!!!