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EL GALLO CANTÓ Y VICENTE BAILÓ
El Puertollano da un paso más hacia el paraíso. Poco a poco se ha ido olvidando el lado oscuro de la tabla, los gusanos se han transformado en mariposas y los antiguos nubarrones se han convertido en un luminoso arcoíris. ¿El culpable? Pues unos dirán que Hierro, otros que la mejora de algunos jugadores y los demás que este equipo tarde o temprano tendría que superar ese periodo de adaptación que se presupone a una plantilla remozada en más de la mitad de sus componentes. Dejando, de momento, de lado la primera y la tercera opción, vamos a centrarnos en la segunda: los jugadores.
En un partido ganado con casta y clase, dando la sensación de equipo mandón y teniendo enfrente un conjunto imposible de tomarse a broma, merece la pena detenerse un par de líneas en los jugadores. Los catorce, sin excepción, han estado a la altura que merecía el envite. Uno de ellos, casi en edad de creer en los reyes magos, ha recibido el mejor regalo: confiar en que puede ser el mediocentro titular de la UD Puertollano.
MANO DE HIERRO
En su tercer partido en el banquillo, la mano de Hierro comienza a dejar ciertas pinceladas en el equipo. Para la defensa, muy ordenada, está prohibido rifar el balón. El dominio territorial pasa a convertirse en obligatorio y para ello se necesitan dos centrocampistas cuya mayor tristeza es encontrarse alejados del balón. Vicente ha entendido el mensaje a la primera y ha dado la imagen real de lo que puede dar de sí, muy alejada de lo que hasta ahora solo habían sido leves destellos. A su lado Aitor Goñi, un jugador al que se le presuponía lo que aún no había dado. Aitor está en crecimiento dentro del equipo y su peso en él cada vez es mayor. La papeleta (o no) para Hierro es saber cómo encajan Vicente y Aitor en un once en el que parten con ventaja Juli y Fernando Marchiori.
El partido no dio opción a la tregua. El césped, por decir algo, era lo más indecente en un encuentro en lo que todo sonaba bonito. Dos buenos equipos, televisión, ambiente en la grada y un partido serio, sin opción a la relajación. Los de Hierro buscaban las bandas con ahínco y era ahí, en los costados, donde la superioridad azul se hacía más evidente. Hoy sobre todo en banda derecha, donde Amores se convertía en el mejor socio de Valdés, doblándole constantemente. El ex del Rayo empieza a dar miedo, su juventud le convierte en codiciado y la segunda B parece pequeña para él. Gracias Pepe Mel.
Pero el Lucena tampoco se dejaba hacer. Los cordobeses demostraban el porqué de su clasificación y de su buen hacer en su feudo. De hecho fueron los primeros en avisar: Adriano disparó con potencia desde la frontal y obligó a Rojas a demostrar una vez más por qué tiene a un gran portero comiendo pipas en el banquillo.
EL CANTO DEL GALLO
Pero amigos, cuando el viento cambia de dirección y los hados vuelven a estar de tu parte, todo lo que tocas se convierte en oro. Eso también le pasa a este nuevo Puertollano. Fue en el diecinueve, Valdés le cede un balón a Gallo, un tío listo, y desde Bilbao (aproximadamente) lanza un zapatazo que sorprende a un descolocado Toni García, de quien dicen por ahí que fue compañero de Casillas. Probablemente será una leyenda urbana.
El delantero se levantó la cresta y volvió a convertirse en decisivo. En el derbi participó en la jugada de la victoria y hoy ha marcado. Otro que empieza a rentabilizar una inversión que resultó ser también a largo plazo.
El Lucena acusó el golpe y perdió el rumbo hasta el descanso. Sus intentos de crear algún peligro venían motivados más por el instinto de superviviencia que por el buen juego, pero a nadie le convenía tomar demasiadas confianzas.
LLUVIA DE OCASIONES EN LA REANUDACIÓN
Pintaba un segundo tiempo bonito. El Lucena tenía que salir en busca del empate porque le debía el esfuerzo a un animoso público y la UD Puertollano podía aprovecharse de ello a la contra. No defraudó.
Los primeros minutos del segundo acto fueron una locura. Andrés Ramos pudo dictar sentencia con un disparo que pasó cerca de la cruceta y Ortiz, que debutaba, montó la revolución que necesitaba el Lucena, aunque no contó con que su mayor enemigo fuera portero y de Miguelturra. Casi nada. Rojas salvó el empate al disparo del debutante a bocajarro en el cuarenta y ocho. Tres minutos más tarde volvió a convertirse en Rey Mago esta vez ante Belfortti.
Pero, como procedía, los hombres de Hierro (El apellido da juego) tuvieron la oportunidad de dar tregua a los corazones azules en varios contragolpes. Conget fue el protagonista de los dos más peligrosos. En el primero, su disparo se fue demasiado alto cuando se encontraba en inmejorable posición y en el segundo, la defensa se encargó de desbaratar el disparo del navarro cuando ya se colaba.
EL JUEGO DEJÓ PASO A LA DUREZA
Gallo dejó su sitio a Villanueva y su electricidad en la media punta sirvió de excusa para que los jugadores del Lucena decidieran modificar la forma de buscar el empate. Pasaron del buen juego al exceso de garra sin demasiado sentido y a veces demasiada dureza.
El partido se volvió feo y duro, curiosamente, esto beneficiaba al que menos lo había buscado, el Puertollano. Poco a poco, con el Lucena cercano a la desesperación el encuentro fue consumiéndose para alegría de un Puertollano en pleno renacimiento.
Se ha terminado la navidad, han pasado los reyes y, casi sin darnos cuenta, nos encontramos que los niños se han hecho mayores y centrocampistas.
Pincha en la foto de los entrenadores para escuchar o descargar el archivo de audio de la Rueda de Prensa de Manolo Hierro y Nene Montero.